UN  VIAJE  MEMORABLE

La Sagrada Familia (Barcelona - España)
La Sagrada Familia (Barcelona - España)

SEP / 2022

Fue una viaje de esos que terminaría siendo mucho más que un simple viaje, tanto para mí como para mi papá y hermano: nuestra visita a España, hace ya unos cuantos años. Recorrimos juntos cinco ciudades de la Madre Patria, unidos los tres varones, cada uno de nosotros representante de una generación distinta.

Papá: el baby boomer, nacido a mitad del siglo XX. Hermano: el zoomer, nacido a principios de este nuevo milenio. Y yo, el hermano mayor  millennial, nacido a mediados de los 80s.

No resulta tan sencillo que los tres nos sintamos unidos, siendo de generaciones tan dispares, con gustos y costumbres bastante diferentes.

Pero creo que durante el transcurso de aquel viaje esa unión se dio. Y la unión nació de las ganas de disfrutar del viaje que simbolizaba un retorno a nuestras raíces: papá es un orgulloso portador del apellido "Ludueña"; un apellido que no deja lugar a dudas acerca de nuestra ascendencia hispana.

Por supuesto, esto no ha de desmerecer a nuestras otras raíces, las indígenas. Y a aquella mezcla de razas que nos convierte en un tipo muy especial de hijos de estas tierras australes: los criollos.

Por aquel sentimiento de unión el viaje resultó particularmente memorable. Y yo no me perdía ningún rastro de la cultura de mis ancestros: visitaba todo museo, iglesia, catedral, castillo o monumento que se me cruzara.

Papá era menos entusiasta que yo en sus ansias de impregnarse con la cultura española. Un día en Barcelona me sorprendió al desaprovechar la oportunidad de visitar a la Sagrada Familia de Gaudi (ya para esa altura del viaje estábamos algo cansados de tanto girar).

Durante esos días viajeros hacía frío en España, pero fue destacable lo cálido del trato de los españoles. Sobre todo un mozo en Madrid que siempre nos acercaba una entrada muy peculiar para nosotros: aceitunas (u olivas, como les decían ellos). 

Yo las comía muy contento, papá comentaba y bromeaba con buena onda acerca de mi renovada pasión por este fruto pequeño.

Mi hermano en ese entonces era un auténtico hermanito: ni siquiera había llegado a la pubertad, aunque tampoco estaba tan lejos.


Tres generaciones diferentes. Un sólo objetivo.
Tres generaciones diferentes. Un sólo objetivo.

Yo soy un entusiasta confeso de todo lo relativo a la historieta y la animación nipona, así que disfruté de aquel evento.

Igualmente asistimos más que nada por mi hermanito, que, como cualquier niño, se cansaba un poco de los museos y las actividades orientadas más bien al gusto y conveniencia adultos. 

La experiencia fue muy positiva. Porque el evento transcurrió con unos aires mucho más ordenados que en las convenciones locales (las argentinas)  Lo mejor de todo: le encantó al hermanito.

Recuerdo que alguien muy amable le explicó cómo jugar con unas cartas, y él quedó chocho de la vida. Le compramos las cartas, que eran al estilo Magic: the Gathering. Y se llevó también una película de Evangelion, que resultó ser para él una adecuada introducción a la popular franquicia, de la cual quien les escribe es fanático.

Es importante participar en actividades que gratifiquen a los más chicos, sobre todo cuando los incluímos en viajes o en cualquier otra actividad duradera. 

Y ojo que yo, que algo de niño tengo, también la pasé bien: jugué al Super Mario Bros y me gané un lindo llavero de Sailor Venus. 

Lo que sí, papá mucho de esto no entendía, aunque entendía por supuesto que aquello nos hacía bien a los tres como familia.

Pero lo mejor de todo sucedió al final del evento. Salimos y bajo la lluvia esperando el tren, el hermanito bailó estilo Michael Jackson. Papá y yo quedamos sorprendidos de lo bien que bailó. Yo apenas alcancé a grabar el soberbio suceso para la posteridad.

Los desayunos también se convirtieron en ocasiones de consentirlo, quien los aprovechó par arrancar el día pidiéndose siempre un chocolatoso submarino.

Ahora, ya todos más viejos y ―esperemos― más sabios, solemos recordar cada tanto aquel viaje tan especial. Esos instantes en el tiempo que además de acercarnos a nuestra hispanidad, nos acercaron como padres e hijos, como hermanos y como familia. Los tres hombres Ludueña. Una tríada de generaciones vivienciándolo todo a su manera particular y subjetiva.

Esta es la resonancia que dejó en mi vida aquel acontecimiento que, en lo personal, atesoro.

La pasión PABLO LUDUEÑA por la reconstrucción y el reencuentro de su familia es un tema muy importante en la vida de este Multiasistente, sus esfuerzos por lo lograrlo y sus reclamos, aunque a veces un poco eufóricos, lo presentan como alguien que tiene claro un aspecto de su vida ante el cual cada pequeño logro es un gran triunfo, lleno de épica y merecedor de ser ampliamente disfrutado y que cada vez con mayor asiduidad lo comparte con esta web, animándonos a disfrutar con nuestras propias ilusiones.  

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