QUIERO TENER NOVIA

Mayo / 2022

Antonio Facerías es (o era) un sacerdote catalán que conocí hace muchos años y que en una reunión parroquial habló de la extensión de sus sermones (interpretaciones que el cura dice luego de la lectura del evangelio en las misas) y dijo algo así:

Los sermones largos mueven el cuerpo (porque uno se duerme, se aburre) y los cortos mueven el corazón.

Luego de esta breve introducción les comento que en una Multi muy reciente en la estaba que asistiendo en forma un tanto clandestina una participante comentó lo mal que se sentía, habló de culpa por una situación que sucedido pasado hacía mucho, que a pesar del paso del tiempo la seguía atormentando, que no encontraba la forma de sacarse de encima ese terrible sufrimiento y que muchas de las cosas que tiene son consecuencia de ese trauma.

Luego de algunas resonancias, uno de los más asiduos participantes, no sólo asistente, a quien conozco hace un año con lo cual no puedo opinar sobre su evolución pero si sobre sus esfuerzos, hizo a diferencia de otras veces un brevísimo comentario que no se si fue tenido en cuenta por los asistentes virtuales, si le resonó especialmente a alguien más, ya que nadie hizo ningún comentario al respecto.

Este joven, que tiene la edad de mi 3° hija, viene planteando situaciones con sus padres que me llegan profundamente.

Es de los muy pocos que ha logrado acercar a parte de su trama familiar y sus cuestionamientos y anhelos en muchas oportunidades siento que también me los hace a mí, como lo hace como sus padres separados (yo también lo estoy) su padre formó una nueva pareja (yo también) tuvo otro hijo (igual que yo) y la relación entre los hermanos, medio hermanos, o hermanastros (en mi caso también lo vivo) lo entiendo, porque casi son los mismos reclamos que hace mi hija conviviente.

Pero esta vez no fue como había sido siempre dijo, palabras más palabras menos: Quiero tener novia y esas tres simples palabras realmente me resonaron de un modo especial, me hicieron pensar que los cambios eran posibles.

Sentí escuchar en sus palabras un deseo no vinculado con el deseo, una forma de sentir diferente, ganas de compartir momentos de su vida y no sólo con una cama como escenario.

Me pareció sensacional, un cambio realmente muy profundo, como había despertado una sensación de sentimientos que hasta ahora nunca le había escuchado, no era un reclamo a nadie, no era un culpar a nadie, no era mandar a callar a nadie, era la manifestación de haber subido uno o varios escalones, de haber levantado la vara y buscar la satisfacción en el compromiso, en los sentimientos, en cierta formalidad, alejado del mundo de goce por el goce mismo.

No sé si mi resonancia coincide con sus deseos, pero como de lo que trata es de cómo me resuena a mí y no de lo que él plantea, elijo pensar que el momento del cambio le llegó y que eso será extrapolable a otros momentos de su vida, de la demás también y obviamente de la mía.

Suponer que en este momento privilegia el sentimiento que no se ni se toca al físico que se ve, se toca y se vuelve descartable, reemplazable como si se tratara de un objeto.

Querer tener novia, es querer tener un proyecto que trascienda al momento, querer tener novia es tener la mira puesta en el futuro y no sólo en un presente fugaz, querer tener novia es pensar en caminar con alguien al lado que sea capaz de entregar y recibir, sin importar el color del cabello, las medidas y cualquier imagen que nos pueda devolver un espejo.

Querer tener novia, en este caso y tal como lo escuché y lo quise entender es sentirse preparado para emprender un nuevo camino, el camino hacia una mejor calidad de vida.

Si me equivoco no importa, simplemente eso es lo que resonó en mí y con eso ya tengo suficiente.