METÁFORAS

Sólo son metáforas
Sólo son metáforas

Las metáforas facilitan un mecanismo sensacional para que el paciente reflexione sobre una situación concreta a partir de una idea, una historia o una posibilidad que el profesional le sugiera en el proceso terapéutico

Las metáforas son un recurso muy extendido en terapia. Según Stephen R Lankton una metáfora es una forma lingüística que hace una comparación implícita entre dos entidades diferentes. Se ha comprobado que en el contexto terapéutico, las metáforas son un elemento esencial para que los cambios en el paciente se produzcan antes y a un nivel más profundo.

Ahora bien, estos recursos tan originales han de albergar una serie de características para que sean eficaces en el contexto clínico. En primer lugar, la metáfora ha de ser entendida por el paciente, por lo que su relato debe estar adaptado a su nivel de comprensión.

Por otro lado, se busca que la persona se vea reflejada en ella, de manera que entienda lo que le está ocurriendo y esta comprensión le motive a realizar el cambio terapéutico necesario.

A su vez, también debe tener una estructura de acción, de forma que en la narración se reflejen los pasos necesarios que el paciente tiene que emprender si quiere conseguir el cambio.

Debe ofrecer por último una solución o salida al problema, de forma que el paciente vea con claridad que los pasos que tiene que dar le van a llevar, si los hace de forma correcta, a solucionar el problema por el que está en consulta.

Las metáforas presentan al paciente una situación conocida, o mejor aún, vivida por él, que se asocia con el problema que presenta en la actualidad y que, además, ofrece una solución al mismo.

Algunas metáforas que podemos usar en terapia

El uso de las metáforas es habitual en la terapia de aceptación y compromiso (ACT). Estudios como el llevado a cabo por los doctores Eliezer Witztum y Onno van der Hart, por ejemplo, nos dice que el uso de estos recursos son altamente eficaces, sobre todo en lo que se refiere a los trastornos de ansiedad.

Para comprender mejor esta estrategia, veamos a continuación, unos ejemplos de metáforas que a nuestro entender, más pueden ayudarnos.

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1. La metáfora de los dos escaladores

Imagina que tu terapeuta y tú sois dos escaladores, cada uno subiendo por una montaña distinta, pero cercanas. El terapeuta puede ver un camino que puede ayudarte a subir mejor tu montaña. Ahora bien, pero no porque sea más listo que tú, ni porque la haya subido antes, sino porque está en una posición desde donde puede ver cosas que ahora mismo tú no puedes ver.

Finalmente, aunque el terapeuta indique el camino, tú eres el que tiene que subir la montaña. Por lo tanto, la ventaja del terapeuta respecto al paciente es la perspectiva.

El terapeuta puede ofrecerle una perspectiva al paciente con la que este no cuenta; será el paciente el que tenga que integrar esta información, con la que él ya tiene, para avanzar.

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2. La metáfora de la luz

Como su nombre indica, los pensamientos automáticos negativos aparecen en nuestra mente de forma automática porque han sido repetidos y repetidos durante mucho tiempo. Así, hemos creado un hábito de pensamiento.

Una metáfora que se utiliza mucho en terapia para explicar este fenómeno mental tiene que ver con algo que alguna vez nos ha pasado. ¿Qué ocurre cuando se funde una bombilla o se va la luz? Que entramos en una habitación y, a sabiendas de que la luz no va a encenderse, apretamos el interruptor. Pasa lo mismo que con los pensamientos, es algo que tenemos automatizado.

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3. La metáfora de la casa y los muebles

¿Una casa deja de tener valor si sus muebles son viejos, feos o están estropeados? La respuesta es no. La casa, tiene valor, independientemente de los muebles que contenga. La casa no son sus muebles. De la misma forma, el ser humano es valioso independientemente de sus pensamientos o sus actos puntuales.

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4. La metáfora de las arenas movedizas

La ansiedad es como estar sobre arenas movedizas: cuanto más luchamos en contra de ellas para salir de ahí, más ansiosos nos atrapa la ansiedad y más desesperada y enérgica es esa lucha.

Así, lo que recomienda esta metáfora es que cuando te encuentres en un estado de ansiedad debes tratar de relajarte, de actuar en contra de lo que "te pide el cuerpo".

Podemos tener pensamientos o actos más o menos nocivos, dañinos o negativos pero eso no hace que toda nuestra persona sea así.

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 5.La metáfora del viaje a Sevilla 

Tienes un objetivo: viajar a Sevilla e incluso cambiar de aires y empezar una vida en esa hermosa ciudad. Coges el coche para irte y unos pasajeros intrusos en el asiento de atrás empiezan a decirte: ¿Pero dónde te crees que vas? ¡Tú no tienes capacidad para hacer eso!, ¡No eres capaz de coger este coche, conducir tanto y vivir en otro lugar!, etc.

Esos molestos pasajeros son los pensamientos negativos: intentan boicotear nuestros objetivos, nos generan ansiedad y hacen que, finalmente, dejemos el coche y volvamos a nuestra casa, a nuestra zona de confort.

Nada es tan literal
Nada es tan literal

6. La metáfora de la fiesta y el invitado que nos cae mal

Te han invitado a una gran fiesta: la boda de tu mejor amigo. Evidentemente, tienes muchas ganas de asistir, pero te has enterado de que va a ir alguien que no te agrada demasiado. Se trata de un compañero de trabajo del novio que te presentaron una vez y te cae bastante mal.

¿Vas a dejar de ir a la boda por ello? Supongo que tu respuesta será que no, ya que tienes muchas otras personas con las que disfrutar.

De la misma forma, las emociones negativas son como ese invitado: no porque ellas también hayan sido invitadas a la fiesta de nuestra vida tenemos que dejar de hacer cosas que nos importan.

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7. La metáfora del calor

Las emociones negativas son como el calor: muy desagradables. Seguro que no te dices a ti mismo que tener calor es horrible, insoportable o la guerra nuclear. Es molesto, pero sabemos que de vez en cuando hemos de pasar por ello, sobre todo en verano. No le damos más valor.

De la misma forma, las emociones negativas, existen y a veces las vamos a tener que experimentar. ¿Por qué no somos tan indulgentes con nuestros propios estados emocionales? Las emociones, al igual que el calor, un dolor de cabeza o un grano en la nariz, no son más que estados fisiológicos fastidiosos, pero no tienen mayor trascendencia que la de facilitarnos información.

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Para concluir, las metáforas son un recurso útil y original en el contexto terapéutico. Algunas son cómicas, otras tienen un punto de tristeza, otras son filosóficas... Sea como sea cada una de ellas tienen el poder inevitable de hacernos reflexionar.

Elaboración de metáforas terapéuticas

Ahora bien, el psicólogo que decide utilizar las metáforas como herramienta terapéutica no tiene por qué limitarse a las que ya están elaboradas, sino que puede crearlas considerando la problemática especifica del paciente. En este último escenario se recomienda seguir los siguientes pasos:

  1. Identificar el problema del paciente de forma clara y completa.
  2. Definir las partes estructurales de la problemática y elegir los personajes adecuados.
  3. Encontrar una situación que tenga una correspondencia afín con el problema real.
  4. Considerar la solución más idónea del problema.
  5. Acomodar la solución a la estructura de la situación y elaborar una historia divertida en la que se solventa el conflicto.

Beneficios de las metáforas terapéuticas

Si se utilizan adecuadamente, las metáforas terapéuticas pueden ser un recurso muy útil para el abordaje de diferentes problemáticas. Entre sus beneficios se encuentran:

Permite formular o ejemplificar una opinión

Dadas las características de las metáforas, el cliente/paciente puede establecer una opinión en una forma potente y memorable. Pues, es más fácil recordar una metáfora -y el mensaje implícito- que el mismo tema en un enunciado común.

Facilita la identificación de soluciones novedosas

Al momento de utilizar metáforas, el sujeto puede plantear conclusiones desde una perspectiva novedosa o identificar una solución antes ignorada.

Promueve el acceso y la utilización de recursos

Los recursos son una parte que ya existe en la experiencia de las personas. Entre ellos están los sentimientos, las percepciones, el conocimiento personal, las actitudes y comportamientos.

Las metáforas pueden crear un contexto en el cual la persona responderá con ellos. Por ejemplo, al representar una situación en otro contexto distinto al problemático, es más probable que la persona se preste de sus recursos al momento de generar respuestas.

Ayuda a las personas a reconocerse tal cual son

Las metáforas crean una situación en la cual uno puede reconocerse a sí mismo, de forma indirecta, en lugar de ser enfrentado en forma directa. Con respecto a esto, Erickson afirma que:

"Si quieres que alguien te hable de su relación con su hermano, todo lo que tienes que hacer es contarle una historia sobre tu propio hermano."

Siembran nuevas ideas

Las metáforas son un buen recurso comunicacional para la propagación de nuevas ideas; las cuales son capaces de llevar al logro esperado.

Son una forma de esquivar la resistencia

Las metáfora estimulan las propias asociaciones del paciente. De esta forma, es más difícil resistirse a una asociación que uno mismo ha establecido, que una efectuada por el terapeuta.

Facilitan nuevos patrones de pensamiento, sentimientos y comportamientos

Las metáforas pueden utilizarse para construir o facilitar nuevas emociones, pensamientos y conductas del individuo, de modo de enriquecer diferentes aspectos de su vida.

Fuente:

Escrito y verificado por la psicóloga Alicia Escaño Hidalgo


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