DIC/ 2022

Uno de mis iluminadores es Pancho Ibáñez, el verdadero creador del ya muy famoso "Todo tiene que ver con todo" y si bien cada semana nos deja un cúmulo de situaciones que de alguna manera van moldeando nuestra vida, condicionando nuestro entorno, naturalizando lo extraño o inusual y pasando a la categoría de desapercibido o tolerable lo que no debería dejar la atención, la cuestión es que el Campeonato Mundial obtenido por la representación de Argentina, no por Argentina, ha sido el hecho destacado de la semana/ mes/ quizás año.

Sólo me detendré en un aspecto, no porque los demás no sean merecedores de un análisis profundo, sino porque el espacio es reducido y no da para grandes definiciones.

Messi, del que todos hablamos es un líder modelo siglo XXI, nada de gritos, nada de llantos, nada de insultos, nada de actitudes arrebatadas, le pegan y sigue, lo descalifica el argento subdesarrollado y sigue, se lo compara con Diego y sigue, para algunos un pecho frío para otros el resultado de un trabajo de muchos años que moldeó una personalidad con temple, con seguridad, con convicción, con plenitud psicológica que no necesita del escando histrionista ni de un narcisismo exacerbado para destacarse.

A nadie en su sano juicio se le ocurriría plantear que Messi no tiene sentimientos, tiene bloqueadas sus emociones, le falta "sangre" para hacerse valer, que tendría que tener arrebatos maradonianos para destacarse.

Messi vale por lo que vale, sin necesidad de convertirse en un Martín Karadagian de cada situación por más injusta que sea. 

Es el héroe antihéroe, nada de escándalos, familiero, para nada egoísta, un verdadero ejemplo de superación, de esfuerzo, de mérito, todos valores que pareciera que un sector importante de nuestra Sociedad ha olvidado, descartado o nunca conocido.

Esto se da en medio de una Sociedad que es absolutamente inocente (o no tanto) que se ha acostumbrado a la dádiva, al subsidio, al cobrar una miseria a cambio de hacer nada, teniendo como mayor compromiso la fidelidad a un puntero de quien depende que le entre una moneda a fin de mes y de tanto tiempo de vivir de ese modo en la Universidad del Lumpenaje se terminan recibiendo con Diploma de Honor y Medalla de Oro, sin saberlo, sin haberlo querido nunca, formando parte de una troupe de marginales que acompañan y siguen guiados por olor que surge de una parrilla con chorizos y un pedazo de pan. 

Es un futbolista que ya entró en los libros de historia, lo que aún está lejos de entrar es en el Billiken es la persona, ese paradigma que nos sugiere luchar hasta el final, no fanfarronear con los éxitos, no subirse a cualquier colectivo, porque en la vida real no todos te llevan al lugar que querés ir.

Nos deja un ejemplo, muy superior a sus gambetas endemoniadas y a sus goles definitorios, nos regala la humildad, la paz interior, una foto con su hijos, y estará en cada uno de nosotros saber o querer leer su legado, si sólo nos quedamos con la imagen de sus brazos en alto sosteniendo la copa nos habremos quedado a mitad de camino, algo que estamos bastante acostumbrados, aquí en el fin del mundo.

Un capítulo aparte merece la Coordinación de la organización (?) de la recepción, los desmanes, el pillaje, el vandalismo, la antítesis de lo quisiéramos ser.