PONER LÍMITES

AGOSTO / 2022
Este Post está inspirado en la MULTI del 24/08/2022
Varios testimonios coincidentes, porque a muchos le pasa lo mismo, podríamos definirlo como la imposibilidad de ser empático, poner límites y robar una sonrisa, un tres en uno que no está alcance de todos.
Una chica tiene unos vecinos torturantes y ella aguanta, se lo traga, le hace mal pero no dice ni una palabra para evitar las reacciones de los demás.
Con esa actitud consigue que sigan haciendo lo que hacen y le molesta, se enoja con ella misma por que no se siente capaz de enfrentar la situación y encima se angustia por lo que hacen o le hacen y por lo que no puede hacer, ya que la dificultad de imponerse sin pelearse parece no ser su fuerte.
Tampoco es su fuerte contestar los numerosos intentos de comunicarse de una de las personas con más belleza y pureza interior de la MULTI, pero como dicen los abogados, eso corre por cuerda separada
En otro caso una persona que durante su juventud no la pasó de maravillas y respondía con actitudes transgresoras (quizás era al revés) hoy revive esas situaciones con su propia hija a la que no sabe cómo llegarle, sintiendo que rebota o es rechazada cada vez que intenta acercarse.
Dos casos aparentemente distintos, aunque avanzando un poco se puede ver la misma dificultad para poner límites y no generar más conflicto se convierte en una meta difícil de alcanzar.
Como no hay dos sin tres, otra persona comentó sus conflictos con su hijo mayor, los rechazos que recibe, las invitaciones a tener una charla madura que siempre son postergadas, pero cuando se trata de hacerle favores es a ella a quien se los pide y como hay nietas de por medio tampoco puede establecer límites, poner las cosas en su lugar y el sufrimiento se le acrecienta cada día.
El día que la bondad se hizo mujer se alojó en ella, su dulzura y su don de gente indicarían que no es merecedora de semejante destrato.
Todos los casos casi cortados por la misma tijera, unos disfrazados de Bruno Díaz y otros de Batman, pero es la misma persona, es el mismo conflicto, es el mismo sufrimiento, cambia el ropaje pero se mantiene la esencia.
Con otra problemática pero viajando por la misma ruta, otra madre narró sus serios inconvenientes con su hijo, con una situación que inexplicablemente algunos aíslan, como si no conocieran la historia y las razones que llevan a esa mujer a adoptar algunas actitudes. Actitudes que en otros casos podrían ser motivo de cuestionamientos pero que dadas las circunstancias quizás requieran bastante más empatía y acompañamiento.

Ya está bien con tanta lapidación virtual.
Para evitar caer en una tentación demasiado habitual y es la de hacer periodismo de periodistas o dicho de un modo más directo pacientes psicoanalizadores de pacientes, con el agravante que el botón de corte de las intervenciones extensas, reiteradas o improcedentes parece haberse trabado, sólo me referiré a cómo me han resonado los testimonios que se han vertido.
Durante mucho tiempo creí que mi exagerada tolerancia era una virtud y que había causas, reales, o no tanto, que me obligaban a vivir eternamente aguantando carros y carretas.
La terapia me ayudó a encontrar un camino diferente ni yo era tan culpable como para bancarme vivir en una condena perpetua ni determinadas personas eran tan inocentes que podrían hacer o decir lo que se les ocurriera y yo ser un manso cordero camino al matadero.
No fue fácil entenderlo, no fue fácil decir esto no me gusta, esto me molesta, esto no lo quiero más, al principio con mucho miedo y me fui dando cuenta que todos tiramos de la soga hasta donde nos dejan y que al que se pasa de la raya se le puede decir con una sonrisa, con buenos modales, "hermano, te pasaste como 3 pueblos" y si no lo entiende, no hay necesidad de enojarse, se puede repetirlo y si hay que enojarse, uno se enoja y no pasa nada.
Hace muchos años tenía un grupo de amigos a los que les gustaba hacer picardías, éramos todos bastante jóvenes y estábamos casados y ese juego de aprendices de maridos infieles no era para mí y se los hice saber, hasta que un día les dije basta, hasta aquí llegamos, perdí a ese grupo de amigos a quienes adoraba, pero era necesario poner un límite.
No siempre que se dice basta, se termina bien, en general es bastante posible que no se salga bien parado, pero se llega hasta donde uno lo permite, hay que gente que su sola presencia impone un respeto espectacular, hay otros quizás la mayoría, entre los que me encuentro, que carecemos de esa virtud, entonces hay que hacer lo que se pueda para evitar llorar como mujeres lo que no fuimos capaces de defender como hombres (mujer, hombre es en sentido simbólico)
Obviamente que no es sencillo, pero tampoco hace falta llegar a extremos para las cosas cambien y el cambio puede empezar hoy mismo, simplemente hay que trabajarlo, perder un poco el miedo, ya que el que está en la vereda de enfrente también necesita que lo pongamos en su lugar, sea quien sea: padres, hijos, hermanos, vecinos, amigos.
Y después de muchas frustraciones entendí que había cosas por las que no valía la pena luchar ni hacerme problemas pero que había otras en las que había que dejar la vida y si nos equivocamos y perdemos, que nos sirva para la próxima aventura, ya que problemas, conflictos de intereses, malos entendidos y broncas varias no nos van a faltar.