DUELO

NOV/ 2022
Vuelvo a escribir, hace tiempo que deseo hacerlo pero doy vueltas y procrastino sumergida en este duelo que debo atravesar.
Vuelvo a escribir, esta vez mi multiamigo dueño de las letras me ha convocado, sus hermosas palabras me han tomado de la mano (casi en un acto de rescate ante la muerte inminente) y se han transformado amorosamente en un puente para animarme a transitar un rato por donde transcurre la vida.
Es casi como hacer un paréntesis voluntario, una tregua con palabras, combustible suficiente para no morir tanto.
Él me pidió que escriba, él espera del otro lado algo que sabe que puedo ofrecer ahora: mis pensamientos, mi sentir, mis ideas.
Tal vez a alguien le ayuda que hable de este embudo vacío en mi estómago, del ardor y la quemazón de pecho que siento desde que me levanto y que se acrecienta cuando van pasando las horas hasta tomarme el cuerpo y dejarme sin descanso.
Él me pidió que escriba en medio de mi tristeza, demanda pacientemente mis palabras marchitas, quebradas, que emergen lastimadas de este agujero infinito que sé dónde comienza pero nunca dónde acaba.

Quiere saber de éste duelo que a mí me aqueja, dolor encendido, mojado de lágrimas, con sensación de hecho trizas, de destrozado, de pedacitos de vidrio partido, de herida abierta, de lastimado.
Es de los duelos que duelen mucho, dijo mi analista, de esos bien largos, que duran, que hieren, que hay que andarlos, que hay que ritualizarlos.
Y cuando escribo lo tramito y de a pasitos lo camino.
Duelo de emociones, de un manojo de canciones llenas de sentido, razón y motivo de un largo camino compartido, de un proyecto anhelado ahora perdido.
Duelo que escribo, que digo, que grito, que lloro, que lentamente repaso, de un gran amor que añoro, de un corazón que extraño.
Duelo, doble duelo, triple duelo, gran dolor acumulado, casi melancolizado que se ha llevado en sus alforjas lo que he sido, mis canciones, mis ganas, mis sonrisas, mis ilusiones, mis sueños, lo más encantador y sabroso de mí.
La autora, la madre, la dueña de este testimonio es Josefina Velázquez, quien ha tomado una pausa en sus presencias virtuales activas pero sigue presente en los sentimientos de quienes hemos tenido la posibilidad de vivenciar sus vivencias, de compartir y hemos aprendido a quererla.
Cierta vez me lamentaba de la suerte con que la vida me estaba tratando y un amigo me dijo ESCRIBILO, poné todo tu dolor, tu queja, tu indignación y en un par de días leelo, verás que no es tan grave como te parece y te habrás sacado un peso de encima al saber, un poco, que es lo que te afecta y realmente me dió resultado, eso intenté, ni más ni menos, que transmitirle a Jó.
¿Y si las razones del duelo, desaparecieran o se transformaran?