DEBER  Y  PODER

ENE/ 2023

A veces nos sucede que confundimos la forma con el fondo de algunas cuestiones, por ejemplo si un empleado nos trata descortésmente quizás no volvemos a ese comercio, porque extrapolamos su mala respuesta al total del emprendimiento.

En mi caso particular decidí no continuar participando de una Multifamiliar por ese motivo, pues sentí que confundían la forma con el fondo y tuve la suerte que una profesional me invitara a participar de otra Multifamiliar durante un proceso importante de mi vida que era el paso de ser una persona clínicamente bastante normal a un enfermo de cáncer, recién salido del quirófano, sin un resultado contundente sobre qué era lo que tenía alojado en mi extirpado riñón y si no había iniciado el viaje hacia otros lugar de mi cuerpo.

A llegar a la nueva Multi me encontré con algunas personas que tenían, con sus más y con sus menos, los mismos (o casi) los mismos problemas que yo y me identifiqué rápidamente.

Pero como sucede en la mayoría de las relaciones de la vida, cuando uno se enamora lo hace de algo impensado, de algo que la mayoría nunca sería capaz de descubrir salvo que uno lo dijera, como será mi caso.

No me enamoró quien me trajo, a quien conocía y por quien siento un aprecio personal y una valoración profesional importante que descarto que la ha detectado con facilidad, ni de una bi - Licenciada que me recibió con una dulzura destacable, capaz de conmover al más remiso a manifestar emociones (tal es mi caso) lo que me conmovió fue una Coordinadora con una pregunta hecha con respeto, amabilidad,  empatía, pero fijando límites muy precisos, algo que muchas veces no sucede.

Levante la mano para pedir la palabra y cuando me la dio,  me preguntó: ¿Es sobre el tema que estamos tratando? Chapeau.

Me pareció genial, una muestra de respeto y empatía no conmigo sino con todo el resto y me dio la sensación de pertenencia, de poder formar parte de un proyecto, de un proceso que me incluyera, me referenciara.

Los testimonios - vivencias manifestados son imposibles que no generen movilizaciones internas, resonancias de diferente tenor que la limitación impuesta por el tiempo no me hayan permitido exponer.

O quizás mí pretendido bajo perfil o mi soberbia de suponer que otros necesitan mayor espacio de expresión, sea lo que fuera preferí guardar silencio, una escucha respetuosa.

Límites, relación con los hijos y con los cónyuges, separaciones, mandatos familiares, emprendimientos a medio realizar, son todos temas con los que me identifico.

Yo he vivido mi 1° matrimonio casi sin poder recordar, al día de hoy, momento felices y por miedo a la soledad, a perder el vínculo con mis hijas, al que dirán, al compromiso asumido "hasta que la muerte nos separe", a las apariencias y fundamentalmente por la falta de agallas para encarar el futuro, me consumieron 16 años.

Por eso cuando al referirse a las mujeres algunos hablaban del sexo débil, yo me sonreía en silencio y pensaba: Porque no me conocen a mí.

Y un día dije hasta aquí llegó mi amor e inicie la demanda de divorcio y al tiempo mis tres hijas MENORES, antes de la sentencia ya vivían conmigo. (Si lo hubiera imaginado antes, cuantos años de sufrimiento me hubiera ahorrado)

Entonces comenzó la etapa de poner límites, eso realmente me costó muchísimo, hasta el día de hoy no entiendo como pude hacerlo y a pesar de haber cuestionado horarios, amistades, vestimentas, por esos equívocos que tiene la vida nunca me amenazaron con el consabido: "Entonces me voy con mamá"

Hoy las chicas son grandes y si bien alguna patadita recibo y al hablar debo tener demasiado cuidado ya que no son súper feministas, pero tienen lo suyo.

Yo no siento haber tenido mandatos familiares que cumplir, pero si ejemplos y mucha libertad, según mi última terapeuta antes de irme a trabajar a Europa en el 2003, esa extrema libertad me hizo quemar etapas.

Yo elegí la carrera que quise: Construcciones (la misma que mis dos abuelos, mis tres tíos, mi padre y mi madre) nunca sentí que fue una imposición, realidad no sabía que existía otra y realmente no me arrepiento, ya que mi vida laboral me ha dado más alegrías y logros que tristezas y fracasos, pero si hoy tuviera otra vez 20 años quizás seguiría Derecho.

Permití que mi ex esposa me separara de mi familia de origen, yo decía que era por no discutir, pero mirando para atrás era por miedo, un triste dominado.

Pude rehacer mi vida, formar una nueva familia, llevar 27 años de felicidad, no exento de discusiones y tener una hija, como un regalo para mi esposa que siendo en aquellos años soltera intentó con suerte diversa, construir una familia con un divorciado y tres hijas adolescentes.

Ese regalo que creí hacerle en realidad me lo hice a mí mismo, hoy tiene 21 años y es la hija que todo padre/ madre desearía tener y terapia mediante he recobrado a mi familia perdida, a mis amigos, he hecho nuevos amigos sin tener en ningún caso las restricciones del pasado.

Poner límites a padres, cónyuges, hijos, familiares, amigos y a nosotros mismos que muchas veces no boicoteamos es cualquier cosa menos sencillo

 ¿Siempre se puede? Seguro que no, ¿Siempre se debe? Seguro que sí.

Si pudiera cambiaría mi pasado, pero como eso no es posible, por eso intento día a día construir para mi familia y para mí: Un futuro que merezca ser vivido.

....................................................................................................................

Posdata:

El 1° de Febrero vuelvo a trabajar con lo cual no será demasiado sencillo que pueda conectarme, cuanto menos al principio. 

Para suscripciones: resonancias.personales@gmail.com
Creado con Webnode
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar